Fue a principios del 2017, cuando se reclutan varios representantes de varias comparsas en una reunión para debatir sobre la creación de una especie de "federación" con el fin de que las comparsas de la ciudad estén más unidas.
Fué tan fructífera esta reunión que se consiguió llevar a cabo, de forma que se crea una asociación cultural llamada "COORDINADORA DE COMPARSAS DE ZARAGOZA".
Más adelante, se realiza el primer acto propio de la C.C.Z., que sería la presentación oficial de esta.
Consistió en una concentración de todas las comparsas inscritas en la coordinadora, con el acompañamiento de los gigantes de Cariñena y el gigante Labordeta de la Asociación de POrtadores, Músicos y Amigos de los Gigantes de Aragón (APOMAGA).
Tanto la CCZ como APOMAGA, quedaron hermanadas en este acto de inauguración.
A día de hoy, se sigue trabajando por la unión y beneficio de las comparsas.
Como en todas las agrupaciones, tenemos una serie de normas y valores que nos caracterizan:
Repitiendo el tema de dignificar las comparsas, un grupo de gigantes y cabezudos, no puede ser digno si salen a la calle con desperfectos claramente visibles. Eso dice mucho sobre la organización y los componentes de una comparsa.
Una comparsa, trabaja duro durante todo el año para dar lo mejor a su barrio, mantener relaciones con las entidades de este y poder recibir apoyos de su gente.
Sería muy feo que después de todo el trabajo realizado, un colectivo con unos cabezudos de su posesión (o no), suplantase a la comparsa oficial del barrio, es ahí donde surgen los conflictos.
E incluso, se distorsiona el valor patrimonial de las figuras no dejando claro cuáles son en realidad las propias del barrio.
"Los gigantes[...] A estos los conocí de niño, les traté, les admiré, les cí, olí y toque; si, les toque también ¡Vaya si les toqué! Eran los míos.
Llegaban lo menos hasta el segundo piso, iban serios y graves; ni se dignaban mirar a los chiquillos que les precedíamos. [...] ¡Qué bailes sus bailes, con qué gravedad danzaban, sin que siquiera se les viera los pies! Pero no, no; que yo se los ví, yo mismo, unos piececitos enanos, chiquirriticos. ¡Qué desencanto!"
Miguel de Unamuno, 1887
"¿Y el cabezudo? ¡Qué fiero nos arremetía! Pero observé (yo siempre he sido observador) que era el cabezudo razonable, y que, como el toro, no azuzándole, se pasaba de largo. Le esperaba yo un día en la acera de mi calle, y según él se acercaba, se acrecentaban los latidos de mi corazón [...] ¡Qué rabia! ¡No se lo que le hubiera hecho...! Ni me tocó [...]
Miguel de Unamuno, 1887
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