En los años 70, se adquirió a la empresa "Aragonesa de Fiestas" por parte de la Comisión de Fiestas, el Señorito, el Mafioso, la Bruja, el Vasco y el Drácula.
De los cuales, se perdió la pista a la Bruja y al Drácula y el año 2002, también desapareció el Vasco.
Ya en 2006, se adquieren cuatro cabezudos nuevos, el Diablo, la Bruja, Pepe Botella y el Pirata (contando también con los primitivos Señorito y Mafioso, pero esta vez realizados en un material más fuerte y duradero, poliester.
Fueron encargados a la empresa de Mediana de Aragón "Manipulaciones en Poliester"
El año 2015, durante las fiestas, se presentó una réplica del mafioso, también encargada a Aragonesa de Fiestas y esta vez, también realizado en fibra de vidrio.
Pese a ello, el Mafioso primitivo, se seguirá conservando e incluso sacando ambos a la calle o intercalando uno con otro, según se tercie la ocasión.
El año 2016, participaron en el primer encuentro de comparsas de Zaragoza y llevaron la totalidad de las figuras. Se lucieron por el centro de Zaragoza, siento la primera vez que la comparsa de la Cartuja, salía de su barrio para representar su ámbito territorial.
A raíz de entonces, la necesidad por mejorar la comparsa, era más que evidente, por lo que se contacta con Santiago Arche para que muestre su visión y opinión con la comparsa cartuja.
Lo primero que se hizo el año 2017, fué hacer trajes nuevos a los cabezudos que fueron diseñados por Santiago Arche y confeccionados por Pilar, una modista del barrio.
Se presentaron en un acto emotivo en el que intervinieron los gigantes de Cariñena y los cabezudos de Casetas.
También se aprovechó para presentar de forma oficial y actualizada, la comparsa de La Cartuja.
E incluso, inscribir la comparsa en la recién creada Coordinadora de Comparsas de Zaragoza.
Al año siguiente, en 2018, se contacta con Nemesio Mata para hacer dos gigantes que acompañen a los cabezudos.
Tras varias deliberaciones, se llega a la conclusión de representar a Alonso de Villalpando y a Gerónima Zaporta.
Dos nobles que donaron su fortuna para construir el monasterio de la Cartuja.
Además de eso, se curte un buen equipo de portadores para los gigantes y los cabezudos dividido en secciones y los propios impulsores de la comparsa, forman el grupo de Dulzaineros, que estos también forman parte de la comparsa y les acompañan musicalmente en todas sus salidas.
En 2019, la comparsa ya estaba conformada sólidamente pero faltaba algo... recuperar los cabezudos que se fueron perdiendo como el Vasco y el Drácula.
Pero por el momento, se decide hacer un señorito Nuevo realizado por PereArche, ya que el viejo, se encontraba en un estado muy engorroso.
También junto al señorito nuevo, se recuperó el Vasco, prestando especial atención en el rigor de su atuendo.
A parte de eso, este año, la comparsa comenzó a participar en más eventos y concentraciones a los que eran llamados por distintos lugares de la Geografía como Borja, Zuera o incluso el barrio vecino de Torrecilla de Valmadrid.
El año 2020, fue marcado por la pandemia mundial del COVID 19, por lo tanto, no se llegó a realizar ninguna salida.
Pese a ello, se trabajó internamente para recuperar el Drácula, ensayar bailes e incluso, aumentar el número de gigantes en dos más pequeños para que los más jóvenes, puedan sentir la pasión gigantera de cerca y poder aprender para después bailar los grandes.
"Los gigantes[...] A estos los conocí de niño, les traté, les admiré, les cí, olí y toque; si, les toque también ¡Vaya si les toqué! Eran los míos.
Llegaban lo menos hasta el segundo piso, iban serios y graves; ni se dignaban mirar a los chiquillos que les precedíamos. [...] ¡Qué bailes sus bailes, con qué gravedad danzaban, sin que siquiera se les viera los pies! Pero no, no; que yo se los ví, yo mismo, unos piececitos enanos, chiquirriticos. ¡Qué desencanto!"
Miguel de Unamuno, 1887
"¿Y el cabezudo? ¡Qué fiero nos arremetía! Pero observé (yo siempre he sido observador) que era el cabezudo razonable, y que, como el toro, no azuzándole, se pasaba de largo. Le esperaba yo un día en la acera de mi calle, y según él se acercaba, se acrecentaban los latidos de mi corazón [...] ¡Qué rabia! ¡No se lo que le hubiera hecho...! Ni me tocó [...]
Miguel de Unamuno, 1887
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